sábado, 20 de septiembre de 2008

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8 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo crean o no, conocí a Funes de forma completamente casual, al volver del trabajo en el autobús tras un día agotador. El bús llegó completamente lleno, y yo miraba y remiraba buscando un asiento donde dejar caer mi cuerpo agotado. Al fondo vislumbré, sentado junto a una anciana de pelo gris, a un hombre cuarentón y grueso que me resultaba vagamente familiar. ¿Podría ser Jorge Funes aquel tipo? Me acerqué todo lo que pude y de pié, junto a la pareja, observé detenidamente los rasgos del caballero: la cabeza redondeada, la barbilla carnosa, el pequeño bigote y escaso pelo oscuro. La mirada algo triste, como de poeta... Si no era Funes se le parecía muchísimo, pero ¿quién era su acompañante, acaso algún pariente?

Esperé inutilmente que algún intercambio de palabras entre ellos me proporcionara datos sobre la relación que les unía, pero ni una vez se dirigieron la palabra. Mientras tanto no perdí completamente el tiempo, y recreé mi vista en la curva de su barriga, la tierna carne del cuello, los sonrosados lóbulos de sus orejas, el color y la forma de sus manos y dedos... En resumen, todos esos rasgos que uno apenas puede apreciar en un personaje dibujado, por más que el creador del personaje sea un verdadero artista como el osculador.

Pero ver tantos detalles corporales del tierno Funes, y desde tan cerca, había empezado a 'emocionarme'. La tensión crecía en mi pantalón, y yo me preguntaba si sería posible apreciar, aunque fuera levemente, algo de su olor. Justo en ese momento ocurrió algo que me sacó de mi abstracción: la anciana se levantaba del asiento para bajar del bús... ¡y el gordito permanecía sentado! Así pues no había relación alguna entre ellos, el hombre viajaba solo, y yo quedé tan sorprendido que tardé un segundo, quizás dos, en sentarme a su lado. Lo hice inspirando profundamente, y mientras exhalaba el aire aproveché para decir 'Buenas noches'...

el osculador dijo...

¡que buena anécdota, Rabid!
Debió ser emocionante conocer a Funes.
Me alegra que te guste la historia que publico.

Saludos.

Anónimo dijo...

Gran honor que te guste la anécdota, Osculador. Pero como decían en aquellos dibujos animados de hace muchos años, ¡Aún hay más!

En realidad, y para ser más exactos, mi saludo fue así:

- Buenas noches, Sr Funes

El volvió su rostro rapidamente hacia mí, imagino que sorprendido porque un sonriente extraño le llamara por su nombre. En mi interior mientras tanto se producía una suerte de sobrecarga sensorial: no perder detalle de su rostro (ojos verdosos; cejas expresivas; barbilla sonrosada, un poco brillante; boca pequeña, labio inferior carnoso) y al mismo tiempo analizar el aroma percibido al sentarme junto al gordito (dulzón, con algun resto de after-shave aplicado al afeitarse por la mañana, muchas horas antes).

- ¿Nos conocemos? - preguntó él.

- Bueno, yo a usted sí. Usted a mí no, naturalmente... - fué mi respuesta

- ¿Y de qué me conoce, si puede saberse? - continuó preguntando.

Imaginar las voces de gente que no he conocido en persona es un juego que a mí me gusta particularmente. En el caso de Jorge Funes por supuesto yo ya había jugado a eso, imaginnando para él una voz dulce, casi melosa o aterciopelada, aunque varonil. Sin embargo, y de forma completamente inesperada, el hombre que en aquel momento se dirigía a mí se expresaba con aspereza, incluso con cierta brusquedad. Parecía molesto.

- Discúlpeme, por favor - le dije -, no pretendía incomodarle. Le conozco por los dibujos y la historia sobre usted que El Osculador cuelga en internet. Soy un sincero admirador de su creador y... de usted mismo. Podría decirse que soy fan suyo. Pero no se preocupe, no pido autógrafos - añadí sonriendo.

Puedo jurar que la expresión de su rostro se suavizó al oir la palabra 'fan'. Bajo su poblado bigote se dibujaba el inicio de una sonrisa, apenas un pequeño cambio en la forma del labio inferior. Yo pensé: 'Ajá, eres sensible al halago'.

- Comprendo, comprendo - dijo Funes. Y tras guardar silencio un momento añadió:

- Pero esta situación es un poquito violenta, ¿no cree? Porque usted conoce momentos... muy íntimos y personales de mi vida, imagino que comprende a lo que me refiero. Mientras que yo no se absolutamente nada de usted.

El tono que había empleado ya no era brusco, incluso sus ojos mostraban un brillo especial, como de quien se divierte gastando una broma. En realidad, el haber sido yo testigo (aunque fuera en dibujos) de intensas actividades sexuales suyas no parecía cohibirle lo más mínimo. Más bien al contrario, se diría que le agradaba. Por supuesto decidí cultivar el halago un poco más, y disfrutar del cambio operado en su actitud, ahora abiertamente amistosa:

- Bueno - respondí -, yo sólo soy uno de los muchos admiradores que tiene usted, me consta. Verdaeramente despierta pasiones a lo largo y ancho de internet, se lo puedo asegurar. Pero en fin, qué le voy a decir que usted no sepa - (tuve que controlar mi imaginación, que justo en aquel momento se empeñó en recordarme las perfectas nalgas de mi interlocutor) .

- Vamos, vamos, amigo, usted me abruma, je je... -. Al decir eso bajó los ojos como alguien que va a ruborizarse, aunque lo cierto es que su mirada acabó fijándose... en mi abultada bragueta (!) Intenté aparentar que no había notado nada y dije:

- Perdone, Sr Funes, quería preguntarle algo si me permite - dije procurando alejar de mi cabeza la imagen de su culo, que volvía insistentemente a mi mente. El por su parte levantó los ojos para mirarme la cara. El brillo de sus ojos había aumentado todavía más.

- Sí, dígame - A estas alturas de la conversación su voz se había vuelto francamente adorable.

- Verá - dije - puede que esto sea demasiado personal (Dios mío, qué hipócrita puedo ser algunas veces... En fin, en el amor como en la guerra: ¡vale todo!). Si pregunto demasiado no tenga reparo en indicármelo, pero lo que sucede es que cuando le veo a usted dibujado siempre me transmite un cierto aire de tristeza. Y yo me pregunto: ¿a qué se debe? ¿O quizás estoy completamente equivocado?

Su respuesta tardó unos segundos en llegar. Funes quedó con la mirada perdida en la distancia, como meditando. Imagino que quería dar ALGUNA respuesta, pero no TODA la respuesta (yo hubiera hecho lo mismo, qué carajo...).

- No creo que yo sea triste, sinceramente. Algo melancólico sí, y no lo voy a negar, pero es que me siento solo a menudo. En fin, gracias a los dibujos de El Osculador usted conoce mi historia (al menos en parte) y puede sacar sus propias conclusiones. Podría decirse que, aunque no soy triste, me han dibujado así.

Obviamente el 'Me han dibujado así' no era original (Quién engañó a Roger Rabbit, 1988), pero tuve la delicadeza de no decírselo. Además habíamos llegado a la última parada. Funes se disponía ya a bajar del autobús y por supuesto yo, siempre cortés y educado, le dejé pasar delante mía. Sí, sí, confieso que aproveché para admirar su irresistible y ancho trasero. La misma imagen que minutos antes había acudido, insistente, a mi cabeza. Solo que ahora era real.

Anónimo dijo...

Muchas felicidades por la página y por los dibujos Guibu, como te dicen en otros comentarios tienes muchos seguidores y como ya sabes del foro bcnmature, yo soy leo40 (Carlos),un saludo muy cordial desde España.
Por cierto Rabid, como termina tú historia con el SR. Funes?

Anónimo dijo...

Después de bajar del autobús le acompañé un buen rato. No le pregunté a dónde iba porque, la verdad, me daba igual. Lo único que me importaba era prolongar un rato más su presencia.

Puedo decir que era una persona un poco extraña, este Funes. Tan pronto sonreía amistoso, como se quedaba callado y me hacía creer que había dicho algo equivocado, que había metido la pata. Me hizo sentir bastante inquieto, y no las tenía yo todas conmigo.

Después de haber intentado todo tipo de conversaciones, desde el fútbol al cine, pasando por la música, la televisión y la política (prácticamente todo mi arsenal de tópicos) empecé a notar que me faltaban recursos.

- Funes - dije -, usted lo sabe, ¿verdad?

- ¿El qué? - preguntó él sin mirarme.

Dudé un momento.. pero al final me lancé.

- Pues que muchos hombres, cuando lo miran a usted... Vamos, ¡que está usted buenísimo!

Entonces Jorge Funes se rió por debajo del bigote, con esa mezcla de guasa y coquetería que lo caracterizan, y rozando suavemente mi mano con la suya dijo (su voz parecía salida de lo más profundo de mis deseos):

- Por qué no has empezado por ahí? Ven, esta noche no estaremos solos.

Mi cansancio desapareció mágicamente al escuchar aquellas pocas palabras suyas. Hubiera seguido a aquel tipo hasta el mismísimo fin del mundo. Fue el comienzo de una gran amistad. ¡Y hasta aquí puedo contar!
:-)

Anónimo dijo...

Hola, muy bueno el relato rabid, espero que pronto puedas seguir el relato ya que junto con los dibujos de Guibu esto esta de vicio :);)

Anónimo dijo...

Funes, como todos los seres de carne ficticia, tiene la ventaja de que los espectadores manipulamos sus movimientos hacia donde deseamos, y al hacerlo los obligamos a crecer. (¿Cómo llamar a este proceso creativo, quizas una metaficción?)

Mi Funes, por supuesto, es solo una recreación del Funes 'real' creado por Guibu. Personalmemte lo veo como un tipo interesante, capaz de despertar pulsiones eróticas insospechadas... En resumen, encierra una promesa de satisfacción personal, un ser inspirador de la imaginación, en el mismo sentido que pude serlo un Ulises, o un Marqués de SADE. Esta clase de personajes no tienen una sola dimensión,sino que son verdaderas creaciones seminales: fecundan nuestra cerebro y llegan a ganar vida propia. Como Don Quijote, Sancho Panza, Mae West, Brad Pit en el club de la Lucha... Más que personajes, son semillas de personajes, que merecen desarrollare y crecer. Es una trampa en la que yo he caído (podéis reiros, pero la cosa se resumen en esto: me enamoré de el dibujo de Funes y necesito hacerlo feliz a él ... y a mí mismo)

(Ahora solo falta que Guibu no se enfade por la intrusión de un espectador en su cerebro. Perdoname Guibu, ya sabes lo que suelen decir los escritores: desde que publicas una obra, esta y sus personajes dejan de pertencer al autor y pasa al insonsciente colectivo. Es algo que no se puede evitar)

La pregunta que me falta por responder, y que el anónimo desea saver es esta: 'pero te tiraste a Funes, sí o no? Y eso me produce pudor, porque lo que pasó aquella noche camino de su casa fue tan intenso y lúbrico... que no se si debo contarlo. Soy un tipo discreto, así que dejenme pensarlo un tiempo. Por ahora baste con decir que Funes era (y es) una máquina sexual, alguien hecho para amar y ser amado.

Anónimo dijo...

Está muy feo esto de secuestrar la historia de Guibu, espero que nos perdone. Pero por otro lado es un pequeño halago que sus dibujos despierten la imaginación de la gente (en realidad despiertan algo más que la imaginación, ja ja)

No se para vosotros, pero para mí lo mejor de Funes es que parece salido de cualquier calle, de cualquier despacho u oficina. Hace poco le presenté a Funes a un amigo homosexual (quiero decir que le enseñé los dibujos), y su primer comentario fué: 'Ajá, un oficinista... pero qué bueno está el jodío'

La principal diferencia de Guibu respecto a otros dior a la que describe Guibubujantes que se ven por ahí es que NO presenta personajes de fábula, sino reales. Sus personajes carecen de rasgos mitológico. Son gorditos que uno espera encontrar cualquier día por la calle. De hecho yo me encontré a Funes... pero fué en una época muy posterior a la que describe Guibu
:-)

Rabid